domingo, 6 de junio de 2010

Ligonde - Ribadiso






Me despierto cuando se va el matrimonio irlandés a las 7 de la mañana. Recojo la ropa que tengo desperdigada por encima de las mesas de la cocina para que no cogiesen la humedad de la noche. La hospitalera no ha venido aún por lo que estoy solo en el albergue, me ducho tranquilamente y hago la mochila. Anoche guardé un poco del bocadillo de tortilla de la cena y hoy va a ser mi desayuno.

Sobre las 8 me pongo en marcha, quiero hacer entre 30 y 40 Kilómetros hoy para para dejar solo unos 40-45 hasta Santiago y poder llegar tranquilamente la mañana del lunes antes de las 12 y acudir a la misa del peregrino. Voy solo, cruzo por delante del albergue de Eirexe apenas he comenzado a andar pero no voy a ningún peregrino conmigo. El primer pueblo grande que aparece es Palas de Rei, como voy a mi ritmo he hecho los cerca de 10 kilómetros en menos de 2 horas y media. El pie me sigue doliendo pero cuando se calienta es más llevadero.

Hoy no me apetece parar a hablar con nadie, es de mis últimos días y lo utilizo para pensar un poco y rezar como cada mañana, el primer ave maría por la intención de Tina, después por todos los amigos y familiares que me acompañan en mi Camino. No hay problema porque apenas me cruzo con nadie, además no me suena la cara de los peregrinos que veo, supongo que será a que ya se mezclan los que han empezado ayer a hacer los últimos 100 kilómetros.

Casi dejando Palas de Rei, entro en la iglesia románica que hay a rezar un poco, los peregrinos sellan su credencial pero yo no quiero hacerlo aquí, me he planteado llegar antes de las 3 a Melide a comer pulpo que me lo recomendó Cristina hace una semana.

A la salir y como ya son más las de 10 aprovecho para llamar a toda la gente que tengo un poco abandonada después de casi dos semanas de Camino. Al final llamo a María para que me recomiende un sitio de Melide donde comer, habla con su padre y me dicen que vea el pueblo y que no me preocupe dónde coma que todos los sitios son buenos.

Sigo andando, el paisaje es muy bonito, verde, aprovecho para pensar sobre todas las cosas que me han pasado, en cierto sentido esto se acaba y ahora toca hacer un poco de resumen. Santiago se acerca, creo que no tengo ganas de llegar, estoy andando desde hace días para esto, pero el pisar Santiago es a la vez motivo de alegría y de pena. Alegría por culminar el camino, pena porque se acaba esta experiencia. Creo que fue Cervantes quien dijo algo así como que era más importante el camino que el objetivo en sí, en este caso no es del todo así, si bien sí es cierto que ahora mismo no quiero llegar, me volvería a Sahagún y empezaría de nuevo; volvería a conocer a Feliz, a Laude,a Julieta, a Gita, a Uli, Jesús y Yoli, Lola, a Pilar, gente que no conocía apenas hace dos semanas y que ahora forman parte de mi.

Es otra de las contradicciones del Camino, llegar a Santiago es el objetivo pero después de tanto andar no quiero conseguirlo.

Hoy no canto, ni descanso, ando sin mirar atrás, a mitad de camino paro en un bar a tomarme una coca-cola y un bocadillo de tortilla de jamón. Apenas estoy 20 minutos detenido, quiero llegar a Melide antes de las 3. Dejo la provincia de Lugo y entro en la Coruña. Ya ni me acuerdo del pie, ahora mismo me preocupa más la mochila, cargar todo el peso sobre un hombro es más complicado de lo que había pensado esta mañana y voy cambiando cada poco tiempo para hacerlo llevadero.

Son las 2 cuando entro en Melide, empiezo a ver mochilas, bicis, palos, en las puertas de las pulperias, todo el mundo ha tenido la misma idea que yo. Al final de una cuesta tuerzo a la derecha y me encuentro con una pulperia donde están cociendo los pulpos en un ventanal enorme en la puerta, como reclamo me parece buenísimo y me decido a entrar en este bar. Tiene dos estancias enormes llenas de mesas grandes y bancos corridos como los que vi en la feria de Sarria el jueves, la gente se sienta unos con otros.

Elijo una mesa que está vacía en una esquina detrás de 4 ó 5 mesas llenas con gente del grupo de las mochilas inmaculadas de Aquarius. Cuántos serán? No, yo solo. Un camarero que lleva un carrito con una cazuela enorme llena de pulpo y que se va desplazando por las mesas, saca uno, corta dos brazos sobre un plato, sal, aceite y pimentón. Él no lleva guantes como las pulperas de Sarria. Después, una señora se acerca a mi mesa con pan y un tazón de cerámica, tinto o blanco? fresquito por favor. He dejado mi palo a la puerta del bar, me he quitado el anorak, limpiado las manos y refrescado, me dispongo a disfrutar de un buen pulpo que es lo que llevo pensando desde que salí de Ligonde esta mañana.

Menos de una hora después, ya ando por la plaza mayor de Melide viendo la iglesia, y los edificio más representativos. Me cruzo con un alemán al que ya creo haber visto seguro en Molinaseca y en otros lugares. La salida es un bosque enorme, muy bonito. Sobre las 5 estoy cansado y me duele el pie. Paro a descansar y me quedo dormido debajo de un árbol, hoy ya no me cruzo con nadie, ni siquiera con ciclistas. Me he quedado sin batería en el ipod y no me apetece cantar. Me he propuesto llegar a Ribadiso que en mi plano es el primer pueblo que me marca con albergue.

Voy contando los kilómetros que tengo que hacer, entre Melide y Ribadiso hay cerca de 13 Kilómetros. Todo el camino desde hace unos 150 está señalizado por unos mojones que se suceden cada 500metros, hoy voy mirándolos todos e intentando calcular una media de la velocidad a la que voy. En esto ando cuando se me rompe la tira de la mochila que aún conservaba, le hago un nudo como puedo y sigo adelante.

A las 6y45 cuando ya estoy cansado de andar veo un bar, debe estar cerca Ribadiso. Entro y solo está la dueña y un señor que ve un partido de la selección de fútbol, le pido mi dosis de coca-cola con mucho hielo de todos los días. Queda mucho para Ribadiso? No chaval, ahí justo pasado el río tienes el albergue, lo que no sé es si habrá sitio porque por aquí han pasado muchos peregrinos hoy. Y un hostal o algo no hay? No, me dice, ya si no te tienes que ir a Arzua que está a unos 3 Kilómetros y medio. Suspiro, no tengo el cuerpo para andar más. Cada día que pasa mi cuerpo empieza a acusar más el cansancio del paso de los kilómetros y de las noches de maldormir en los albergues. Pienso en los peregrinos que empezaron en Roncesvalles que llevan más de un mes caminando y los admiro más si cabe. Veo un poco de partido, termino mi segunda coca-cola, me despido y echo a andar.

El río está a escasos 100 metros del bar, cruzo un pequeño puente romano y entro en albergue que está justo en el río, lo primero que ves a la derecha unos peregrinos descansan metiendo los pies en el agua fría. Al final hoy he hecho 34 kilómetros y me he quedado a sólo 40 de Santiago.

Me recibe el hospitalero, el albergue es municipal, le pregunto si hay cama, y me dice que sí muy sonriente, lo cual le agradezco enormemente. Se sucede el rito de todos los días, ya no son necesarias las palabras, enseño el dni, la credencial y el billete de 5€; la hospitalera, registra, sella, cobra y me enseña el barracón donde está mi cuarto y las duchas. Esta tarde es un cuarto con solo dos literas, cuando entro hay una que está ya ocupada por dos sacos así que me sitúo en la cama de abajo de la de enfrente.

Me ducho y me voy al bar que está al lado del albergue. Observo a todos los peregrinos, quién será la pareja que dormirá conmigo hoy. Estoy cansado, ya me ha dado las friegas de alcohol romero, me he puesto la vaselina, los calcetines, y calzo las sandalias con que descanso todos los días después de andar. Las sandalias son parte esencial del equipo del peregrino para descansar los pies. No tengo hambre y solo me pido un fanta de limón. Observo a los peregrinos que están cenando, solo conozco al italiano mayor que estaba ayer en el albergue de Ligonde. No tengo ganas de hablar con nadie, me ha afectado conocer a tanta gente para después despedirlos.

Mi duda ahora mismo es si hacer mañana los 40 kilómetros que me separan de Santiago o dividirlo en dos etapas. Decido finalmente que lo veré mañana sobre la marcha.

Pago y sobre las 9 entro en la habitación, están dos alemanes que he visto algunas veces en el camino, uno de ellos es inconfundible, debe sobrepasar los 2 metros de altura. Tiene unos 45 años y su compañero unos 25, siempre los he visto con una pareja de chicas, pero hoy ellas no están en el albergue.

Hablamos cerca de una hora, del camino, ellos han empezado en pamplona, comentan como todos lo cercana que es la gente y el poco tiempo que tardan en sincerarse. Me hablan de un libro de un cómico aléman que hizo el camino en el 2002 y que ha sido un éxito y que ha llevado a muchos alemanes a realizar el camino. Me hablan del Madrid, del Bayern, hablamos del mundial, de cómo los amigos se reunen en las casas para seguirlo y de cómo los hombres somos capaces de ver un honduras- Nigeria solo porque forma parte del campeonato.

Philipe y Cristhian que así se llaman, me dicen que el día siguiente quieren hacer unos 30 Km y llegar hasta Lavacolla donde hay dos hostales que la pequeña guía que llevan comenta que son cómodos. Me parece buena idea y me apunto el nombre del pueblo y de los dos hostales. Me preguntan si ronco y les digo que no, ahora que ya me he curado el resfriado que molestó a Uli en Cacabelos. Ellos quieren empezar a andar a las 7 de la mañana como muy tarde.

Se van a dormir y salgo al baño a limpiarme los dientes. La habitación de al lado está vacía, creo que es la de minusválidos. Me acerco a la hospitalera, puedo dormir en esa habitación?,sí espérate a las diez por si no ha venido nadie, aunque ya la hora que es no creo que venga nadie, muchas gracias.

Cuando vuelvo del baño, ya son las 10, entro en la habitación y mis compañeros aun no se han dormido. Me voy a la otra habitación que no hay nadie que yo mañana me levanto más tarde. Cojo el saco y una funda de almohada que me dieron en el albergue de Triacastela y que he guardado cada día.

Me meto en el saco, la habitación está caliente porque estaba puesto el calentador, lo agradezco porque el tiempo ha cambiado y hace frío. Ha sido una jornada larga, 34 Kilómetros el pie me ha dolido mucho por la mañana pero después cuando se ha calentado ha mejorado bastante. He pensado mucho y solo he hablado al final con los dos alemanes. Hecho de menos mis noches con Uli, las charlas con Benja o con Luke y Maryusa. Me acerco ya a Santiago y no me alegro, cuando llegue toda esta comunidad con la que he convivido estas dos semanas desaparecerá, de algunos no volveré a saber nunca más.

En esto andando pensando cuando el sueño me vence.

2 comentarios:

  1. Te agradezco muchisimo esta ventanita que me has abierto estos días a la naturaleza y al camino. Han sido un gran consuelo y aliciente a las tediosas mañanas de calor en la oficina.

    Un Abrazo Campeón

    LUIS

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  2. Not o un tono más pesimista. De todos modos que sepas que me está encantando el blog. Con unos retoques haces un libro curioso.

    ...(en mis cascos del PC de la oficina suena Run On, de Elvis Presley...)

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