sábado, 5 de junio de 2010

Mercadoiro - Ligonde






Me levanto tarde. Ayer el día fue muy duro y he dormido 11 horas seguidas. Me ha levantado el despertador porque yo habría seguido en la cama. Al poner el pie en el suelo me acuerdo de mi incipiente tendinitis, al enfriarse durante la noche ha empeorado y me cuesta mucho andar. Me ducho rápidamente y empiezo con las operaciones de la mañana, friegas de alcohol de romero, vaselina, y compeed en la primera ampolla seria que me ha salido en el talón, después el calcetín, las botas y a la calle.

Cuando salgo voy al bar a devolver la llave de la habitación y allí tomándose un café me encuentro con los italianos de la tarde anterior que han hecho los 5 kilómetros largos que anduve yo ayer para terminar la jornada. Buongiorno! Me saluda el más hablador de ellos; es la imagen del italiano que tenemos todos, barba incipiente, melena plateada hacia atrás, sonrisa atrayente. A partir de ahí hablaremos en una mezcla de italiano, español e inglés sobre todo. Cuando termine el día me prometo aprender a hablar italiano este año.

Has dormido aquí? Sí, al final he cogido una habitación para mi solo, y ayer cené aquí que el menú estaba bien. Qué tal vosotros? Bien, bien, hoy el taxi nos ha devuelto a Morgade y desde allí hemos empezado.

Andiamo? Andiamo, y empezamos a andar los 5, un día más sin saber dónde pararemos. El grupo lo forman mi amigo Gianluigi, su mujer, Aldo y una amiga Biancha. Gianluigi y su mujer tienen alrededor de cincuenta y los otros dos un poco más. Estaré con ellos hasta las 4 cuando al llegar a Gonzar, Biancha que se incorporó al grupo ayer ya no pueda más, y se paren en el albergue.

El grupo se separa, delante Aldo que cuando se empinan las cuestas pone una marcheta que los demás no seguimos, detrás Gianluigi y yo, a distancia nos siguen las dos mujeres. Mi amigo y yo hablamos de todo, él me dice que en su juventud era anarquista, ha votado a Craxi, y ahora a Berlusconni, va explicando cada cambio de pensamiento. Es directivo de marketing de una empresa italiana de muebles, viaja mucho para comprar muebles en china, en españa, conoce Becara. Y tu? Yo soy más liberal que tu, más conservador, hablamos de política, de Felipe González, de Aznar.

Así estamos cuando llegamos al primer pueblo grande de la jornada de hoy, Portomarin, apenas 6 kilómetros después de haber empezado a andar. Vemos la presa en el Miño a la entrada del pueblo y las escaleras que llevan a al arco de entrada del pueblo. Lex explico que a principios de los 60, se hizo la presa y el pueblo entero fue cubierto por las aguas, las edificaciones más importantes se trasladaron piedra a piedra unos metros arribas donde se construyo el nuevo pueblo. Entramos en la iglesia románica donde nos sellan la credencial. A partir de los últimos 100 km, me han recomendado ir sellando dos veces al día, una en un punto intermedio y otra en el albergue al terminar de caminar.

A raíz del comentario de la presa, Gianluigi me pregunta por Franco y la dictadura, qué piensa la gente hoy en día, qué hizo mal, le hablo de la segunda república, de la guerra civil, de la dictadura, de la transición. Le explico que me gusta mucho la historia y que de esa parte de la historia de España he leído algo. Me acuerdo de mi querido José María Gironella y Los cipreses creen en Dios, y de José María Gil Robles, a quien mi hermano Jaime asesinó en un examen de historia en vez de referirse a Calvo Sotelo, y su gran libro No fue posible la paz. Intento explicarle que yo tengo una visión de los últimos 70 años de la vida de este país que esencialmente no coincide con la que tiene la otra mitad, que Franco hizo cosas buenas y que la guerra civil en cierto sentido fue inevitable. Me sigue preguntando cosas de España, volvemos a Felipe Gónzalez y a Aznar, y a Craxi y a los partidos regionalistas tanto en España como en Italia. Terminamos los bocadillos que nos hemos pedido y nos ponemos en marcha.

A partir de ahora la carretera se empina, y a Biancha le cuesta cada vez más andar. A la salida del pueblo, nos alcanza Giuseppe que se queda hablando con las mujeres mientras Aldo, Gianluigi y yo seguimos andando. Cada cierto tiempo, nos paramos a mirar para atrás para ver a las mujeres. En una de estas paradas, nos adelanta un grupo enorme, todos con camisetas blancas, bien peinados y con mochilas pequeñas de Aquarius, acaban de empezar, son un grupo de coca-cola que están haciendo los últimos 100km para conseguir la compostela. Llegan las mujeres, Biancha está muy cansada, viene Giuseppe con ellas que sigue andando y se despide de nosotros.

Gianluigi vuelve al tema de la política, me explica que cada uno es hijo de su tiempo, que sus inicios anarquistas se deben a la época en la que nace,a sus ganas de cambiar el tiempo, yo le digo que yo soy hijo de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. El se ríe, y me explica que ha trabajado en las empresas de Berlusconi, que es un hombre con suerte, que no es una persona inteligente pero que contrata a quien necesita. Me pregunta por Zapatero, y ahí ya no puedo ocultar mi desesperación, le digo que con independencia de lo que piense es que creo que no es un listo, y ahí para mi sorpresa hasta interviene Aldo que lleva callado toda la mañana para darme la razón y explicarme cómo se le ve desde Italia.

Seguimos andando, el ritmo de hoy es muy lento por las continuas paradas, nos detenmos a tomar una coca-cola solo 4 Kilómetros para esperar a las mujeres. El camino se ha ido empinando y el paisaje se llena de viñas como en el Biezo. Pienso que se parece mucho al de la Toscana, y apenas 15 minutos después lo dice la mujer de Gianluigi. Me preguntan a qué me dedico, qué hago, les hablo de los zapatos, del mercado inmobiliario, y me comentan que ellos se van a parar en Gonzar, que hay un albergue privado que parece estar bien. Les digo que yo quiero andar un poco más que hoy solo he hecho 14 kilómetros y aunque me tendón lo agradeciese, tengo que seguir si quiero estar en Santiago el lunes. Ellos no tienen prisa por llegar, no vuelven a Italia hasta el 7 de junio.

LLegamos a Gonzar y nos despedimos. Nos hacemos unas fotos y nos intercambiamos los correos. Cuando se ve en la foto con el pañuelo que ha estado usando toda la mañana para protegerse del sol dice que parece un terrorista de sendero luminoso, se despide como mi amigo el anarquista y yo le digo que se acuerde de mi como el fan de Reagan; nos reímos juntos, un abrazo y a continuar solo caminando.

Hoy el día es muy tranquilo son casi las 4 de la tarde , solo he caminado 14 kilómetros pero los he disfrutado mucho, la compañía de Gianluigi y su mujer es de las más gratificantes de todo el Camino.

No sé donde llegaré hoy, sigo andando paso por pueblos pequeños, al quedarme solo vuelvo al ipod a la canción de Elvis. De pronto una de las tiras de la mochila, que ya me había dicho la mujer de Gianluigi que estaba rompiéndose, termina de hacerlo. Lo que me faltaba, con la mochila colgando de una sola tira y el pie dolorido tengo que seguir andando. Cuando llegue al albergue intentaré arreglarlo. Tras andar una hora, veo unos bancos junto a una fuente y me tumbo a dormir la siesta durante media hora, cuando me levanto sigo sin ver a nadie, estoy solo como todas las tardes. En el planito que llevo me indica que en Eirexe hay un albergue así que decido que allí me paro, sin embargo cuando me falta solo un kilómetro, junto a la carretera, aislado, hay un albergue municipal nuevo. En la puerta la hospitalera me explica que ese pueblo es Ligonde, y que hoy en al albergue casi no hay nadie, una pareja de irlandeses y un italiano. Son casi las 6y30 de la tarde así que no creo que llegue nadie más.

No voy a poder hablar con nadie ni hacer nada en lo que resta de tarde salvo ir al bar que hay unos 300 metros más adelante, pero hoy estoy cansado y el pie cada vez me duele más así que decido quedarme allí.

Esta tarde pondré una lavadora para no tener que lavar hasta llegar a Santiago, me sentaré solo en la cocina del albergue a escribir el blog, y sobre las 10 y 30 me meteré en la cama.

Mientras escribo la hospitalera charlará un rato conmigo hasta las 10 que vengan a recogerla, ella es una empleada del ayuntamiento de Matarrosa pero hoy se ha hecho cargo del albergue porque Isabel la hospitalera ha tenido que ir a preparar las fiestas del pueblo que son mañana.

En la habitación de unas 12 literas solo estamos los 4, durmiendo cada uno en una esquina del cuarto. Ellos ya me han dicho antes de meterse en la cama, que se levantarán pronto, sobre las 6. El irlandés se ha interesado por el ordenador y me explica que el se había comprado un móvil con teclado para escribir un diario pequeño que siguiese su familia pero que el cargador del teléfono se ha roto y que no puede escribir desde Astorga. Empezaron en Francia, llevan 33 días andando y están más mayores de lo que pensaban. No cree que vuelvan a hacerlo. Ahora actualiza su estado en Twitter cada vez que tiene acceso a un ordenador para que su familia pueda saber cómo andan.

El día ha sido corto de kilometraje, apenas 22 kilómetros, lo que agradece mi pie derecho que cada vez está peor, he conocido a los italianos y al final me he encontrado un buen albergue donde me he duchado en un buen baño, he podido poner una lavadora, descansar y escribir. Un buen día. Sin embargo hace ya 4 días que me despedí de Uli, 4 días que en el Camino parecen meses y la sigo echando de menos. La confianza que tenía con ellas no la he vuelto a tener con ninguno de los peregrinos con los que he andado.

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