viernes, 21 de mayo de 2010

Reliego - León




Cada vez que me siento a escribir estas líneas con la esperanza de que me leáis alguno, me planteo cómo las redactaré. De inmediato me viene la imagen de mi madre a la cabeza. Ella está muy presente en este Camino, de hecho ella está muy presente en prácticamente todo lo que hago en mi vida. Así, lo último que metí en la mochila, y que aún no había contado, fue la foto que tengo de ella en la mesilla de noche de mi cuarto, y que suelo llevar cada vez que viajo. En esta ocasión, me lo he pensado mucho, intentando convencerme que era acto de madurez no llevarla, cortar en cierto sentido el lazo, y al final he decido que qué mayor acto de madurez, de cariño que llevar siempre la foto de mi madre conmigo.

Decía que siempre me planteo cómo redactaré el post diario y que me acuerdo de ella. De esas tardes en Oviedo que nos ayudaba a hacer los deberes y nos hablaba y no paraba de Azorín, Delibes, Quevedo, Torrente Ballester, Kundera, de cómo nos pedía que leyésemos. Me acuerdo haber leído El Jarama de Sanchez Ferlosio con ella, de cómo nos compraba desde pequeños toda la colección de Barco de vapor, y sobre todo de que en cada reyes, en cada cumple, había un libro, era un regalo obligado. Por ella leí "La vida sale al encuentro", y por ella leímos mis hermanos y yo, en la edición que ella había comprado veintitantos años antes, "Los gozos y las sombras" de Don Gonzalo Torrente Ballester, posiblemente el libro que más me ha gustado en mi vida, y que siempre que tengo ocasión regalo o al menos recomiendo encarecidamente leer. Y con todo eso en mi cabeza, cada vez que me siento a escribir , decido si escribiré en presente, en pasado, en pretérito perfecto, si yo seré un espectador de la escena o el protagonista a través de cuyos ojos se vive la historia; si simplemente contaré los hechos tal y como ocurren u os haré partícipes de mis pensamientos.
Así a día de hoy, no sé si este blog, ha de leerse de un modo separado cada post o si quiero que el conjunto configure un todo.

Hasta hoy no me había parado a reconocer que el hecho de que me acompañéis en este Camino, es en cierto sentido, una manera de abrir mi corazón y mi mente a toda la gente que me quiere. A veces por escrito es más fácil expresar ideas que de otro modo no se puede, bien sea por timidez, bien porque no se quiera o simplemente como pudiera ser mi caso, porque no se sepa. El hecho de que me acompañéis en este Camino a través de este blog es una manera de dejar que entréis en mi cabeza, en mi intimidad.


Gita y Uli, se abrazaron. Apenas se habían conocido hacía días pero entre ellas se había establecido una relación muy estrecha. Yo como un cualquier otra persona de la estación, asistía ajena a dicha escena. Era su momento, yo no estaba invitado.

La etapa de hoy de Reliegos a León ha sido muy larga, aburrida y calurosa. Como ya comenté, dormí solo en la habitación de abajo del albergue. Lo bueno es que no he tenido que soportar por segunda noche consecutiva ronquidos de nadie, lo malo es que el techo del albergue era de madera y a partir de las cinco y media, seis, hora en que los primeros peregrinos se han levantado he escuchado tan bien las pisadas que algunas veces he llegado a pensar que estaban en mi misma habitación. Así que a las siete menos diez después de leer la prensa he decidido levantarme, limpiarme los dientes y peinarme y salir a continuar andando.

Como ayer me trajeron en coche, he “adelantado” trece kilómetros no de un modo muy ortodoxo así que he decidido que hoy recuperaré esos kilómetros. Estimo que más o menos son unas tres horas y media las que me he ahorrado, así que me pongo en camino hacía El Burgo Ranero a las siete cuarto, cuando llevo andado una hora vuelvo de nuevo hacía Reliegos. La carretera no es muy diferente de la que había visto al final de la etapa anterior si bien la salida del sol hace que en esta ocasión el espectáculo sea diferente y muy gratificante. Empiezo mi camino rezando el Ave María al igual que ayer. Tina me ha pedido que rece por su intención todos los días un Ave María, así que comienzo la jornada rezando por todos nosotros y primero por Tina.

Sobre las nueve y cuarto llego a Reliegos de nuevo, solo me queda hora y media por recuperar, me paso por el albergue para ver si encuentro a Laude y me puedo despedir de él, no está, así que le dejo una nota en el libro de registros del peregrino. Me voy al bar donde la noche antes me he tomado una copa, y ahora, solo con la dueña, me tomo un cola Cao. León está a 24 kilómetros y hoy quiero dormir allí.

La etapa de hoy es muy aburrida, todo el tiempo prácticamente andando por un camino de tierra a escasos 3 metros de la carretera nacional que va a León. Como único pueblo reseñable, Mansilla de Mulas con sus murallas medievales donde me paro a comprar pan para hacerme el primer bocata del día tras 6 kilómetros andando. Mientras como, charlo un poco con dos peregrinos de Albacete que están haciendo el camino en bici y que quieren llegar a Santiago este domingo. Termino el bocadillo, bebo un poco de la fuente de la plaza, y me pongo en camino.

Por delante, dieciocho kilómetros, sin una sombra, sin un pueblo con arquitectura que visitar. Nada.

A la salida del pueblo me cruzo con dos niñas que se han parado en el puente a revisar un plano para saber donde coger. Las saludo y sigo adelante. El sol empieza a golpearme y decido quitarme la chaqueta por primera vez, me paro, ato el anorak a la mochila y me pongo crema en los brazos, en la cara y en el cuello. Decido que ha llegado el momento musical del día y me pongo el ipod. Hoy me acompaña Alejandro Fernandez y su concierto de Madrid de 2005. Las dos chiquillas pasan a mi lado en esta parada. Hola, buen camino.

Me pongo en marcha, solo, toda la carretera es para mi, y a voz en grito como ayer con Rocío Jurado, canto. “ Te lo dije cantando , te lo dije de frente, volverías conmigo, volverías porque no quieres perderme, te lo dije cantando, te lo dije de frente, sin besos, no puedes empezar una mañana y sacarme de tu vida y de tu mente” El palo vuela en cada estribillo y ya ni me preocupo por los coches que pasan al lado mío. Todo León es mi cuarto de baño donde cantar sin vergüenza.

Veo a las niñas al pasar una curva delante de mí y bajo el tono para que no me oigan. Hola. Sigo adelante mientras ellas se paran a beber. Llego a un pueblo a diez kilómetros de León, una calle, y a ambos lados casas, casi al salir una sombra con una fuente. No tengo hambre, pero me paro a beber y descansar diez minutos. Las niñas vuelven a adelantarme.

Echo a andar y saliendo del pueblo me encuentro con un señor mayor que me para, me pregunta de donde vengo, me explica lo que me queda para llegar a León y me da ánimos pues con el calor que hace lo voy a pasar mal.
Qué razón tiene, delante de mi un camino terroso, sin un solo árbol, rodeado de campos de cereales que interrumpen de vez en cuando las obras de la ampliación de la carretera nacional. Cuando llevo andado un buen rato, me cruzo de nuevo con las niñas que se han parado a descansar y a comer algo, supongo, dado la hora que es. Yo continúo mi camino durante otra media hora, hasta que a las dos veo un lugar de descanso del ayuntamiento de Arcahueja, con fuente y bancos en lo alto de una cuesta del camino que me ha costado subir más de lo normal. Decido que me paro a descansar allí, primero me refresco, después bocadillo de chorizo, y como postre bocadillo de chocolate. Son las tres y León está a unos siete kilómetros. Cuando estoy terminando vuelven a pasar las niñas y se paran a saludar.

Por como visten y pronuncian inglés diría que son francesas al principio. Debo estar cansado, pues no me entero de nada, una de ellas es austriaca y otra lituana. Termino de comer y seguimos los tres juntos. Ninguno nos planteamos que no sea así.

Los últimos siete kilómetros aunque voy hablando con ellas, mi primera compañía en el camino, me parecen veintisiete. Llevo caminando desde las siete y aunque he parado varias veces a descansar el cuerpo empieza a notar el esfuerzo, sobre todo en el cuello. Lo que peor llevo son las tirantas de la mochila. Me aprietan y están empezando a dejarme una marca roja preocupante. Y llevo solo dos días.

Uli, la chiquilla austriaca, habla un poco de inglés; Gita, casada y con dos hijos lo chapurrea. Entre ellas dos hablan en alemán, idioma que Gita habla muy bien puesto que su marido también es austriaco.
Las conversaciones se eternizan. Cuando habla Gita, lo hace en alemán, Uli lo traduce al inglés, yo le respondo y Uli vuelve a traducir en este caso al alemán. Así seguiremos toda la tarde noche, hasta el punto en que Gita me hable directamente en alemán y yo por la cara que me ponga acabe entendiendo lo que me quiere decir.

La entrada en León es la representación de lo que ha sido toda la jornada. Dejamos el camino, y nos introducimos en un polígono industrial por el que este peculiar trío llegará a León sobre las cuatro y media.

Una vez en León llamo al albergue de las benedictinas para preguntar si hay sitio me contestan que no, que me pregunte en el municipal, pero éste queda a la entrada de la ciudad y no nos apetece desandar lo andado, o al menos eso quiero entenderles a mis dos acompañantes.

Paseamos por el centro de la ciudad, sin prisas, vemos la plaza mayor, la calle ancha, la catedral, entramos y le dedicamos una visita pausada. A la salida me encuentro con un matrimonio canadiense que al verme vestido con la gorra y la camiseta de Canadá que compré cuando fui a ver a Sergio a Toronto, se acercan y me preguntan que si soy de allí. Les explico la historia, y aprovechan para preguntarme por el camino, los peregrinos, cuántos kilómetros se hacen al día etc.

Andando llegamos a la oficina de información, está en una boca calle muy pequeña y tiene una puerta enorme que, con la mochila al hombro y cansado, me cuesta mucho abrir. Al entrar hay una chiquilla muy menuda atendiendo en el mostrador a unos irlandeses. Lo primero que pienso es como hará esa mujer para abrir la puerta. Cuando llega nuestro turno, nos explica sobre el plano los hoteles y hostales que ella cree que están mejor y que son asequibles de precio.

Entramos en el primero, Casa de espiritualidad, muy bonito un antiguo convento, pero los precios sin ser altos, no convencen a nuestra compañera lituana, por lo que continuamos por la calle de la Torre donde se encuentra una pensión que según nos ha dicho está limpia y bien.

Subimos y nos encontramos con una señora de unos cuarenta y muchos muy parlanchina que nos enseña la casa, las habitaciones, y nos va diciendo las opciones. Me pregunta que con cual duermo yo, y le digo que las acabo de conocer, que una está casada y que la otra no muestra ningún interés. Cómo están las mujeres, me suelta, desaprovechar una oportunidad así. Empiezo a preocuparme, solo me dicen cosas agradables las señoras de más de cuarenta y cinco. Será la barba que ya me sale canosa.

Al final nos decidimos por una habitación de dos camas con un cuarto de baño enorme que nos hace muy feliz a los tres. Nos duchamos, cambiamos y salimos de nuevo a la calle a ver León y tomar unas tapas.

La lituana que apenas sabe unas palabras de inglés, repite sin cesar, quiero vino, queso, olivas y napolitanas de chocolate. Esto último me extraña mucho; me cuentan que las han descubierto en el camino y que les encantan, deben tomarse mínimo dos al día. A ellas les extraña más aun que siendo la napolitana de chocolate un manjar exquisito para todas las culturas no se encuentre entre mis gustos culinarios. Todo ello dicho en un perfecto alemán que yo entiendo fácilmente, después de la segunda copa de vino.

Además del queso, les pido una ensalada de ventresca y un revuelto de setas con morcilla y pimientos rojos. El revuelto lo miran raro pero en cuanto lo prueban, lo devoran y pasa a engrosar la lista de palabras que se aprende Gita, situándolo prácticamente a la altura de la napolitana de chocolate en el ranking de manjares españoles.

Me cuentan dónde se conocieron, que llevan 5 días juntas haciendo el camino y que mañana se han de separar porque Gita tiene se avión el 1 de junio y no le da tiempo a llegar, por lo que cogerá mañana un autobús a Astorga.

Terminado el vino, y una vez pedida la cuenta, todos explicamos como se dice “un sinpa” en sus respectivas idiomas, confirmando que el gusto por no pagar no es una invención española sino que está muy arraigado en todos los pueblos europeos. Casi son las once, así que nos vamos dando un paseo de vuelta a la pensión, obligándonos en nuestro recorrido a pasar por delante de la catedral que iluminada resplandece más si cabe su belleza.

Llegamos a casa, las niñas se meten en la cama, y yo me voy a la salita de la casa a escribir el post de la jornada entre Sahagún y Reliegos. Se me cierran los ojos, pero quiero escribir todos los días el post del día anterior, así que hasta que no lo termino no me voy a la cama, es casi la una y las niñas están dormidas. Al abrir la puerta no se oyen ronquidos y me alegro muchísimo, tercera noche que voy a poder dormir sin problema.

9 comentarios:

  1. ¡Buenos días peregrino!

    No me preguntes por qué pero al leer sobre tus conversaciones con Uli y Gita me he acordado de Richard Pryor y Gene Wilder en "No me chilles que no te veo". En cierto modo, vuestro entendimiento no deja de ser un paso más en favor del ecumenismo... más o menos.

    ¡Qué razón en cuanto a tu madre! Precisamente ayer estuve buscando en tu casa el ejemplar de "El mundo de Sofía" que me regaló, dedicado, en uno de mis cumpleaños. Quería volver a leer la dedicatoria y echar una ojeada al libro. Como dice Gandía, esto es absolutamente "verídico niño". No me lo estoy inventando.

    Una sugerencia antes de dejarte. Estás haciendo el camino de Santiago y, aun no compartiendo alguno de tus gustos musicales (bien por la más grande pero a mí Alejandro Fernández ni me calienta ni me enfría), veo lógico que escuches música aunque te juegues la vida palo para arriba, palo para abajo, a cinco metros escasos del tráfico de la carretera nacional. No obstante, te sugiero una nueva actividad. Estando en León no te será difícil encontrar un Nuevo Testamento de bolsillo y dedicar parte de tus caminatas a leer las cartas de San Pablo. Acabamos de concluir el año paulino y el de Tarso dedicó a su vida a los viajes de apostolado. Según indica en su carta a los romanos, quiso venir a España (no sé s finalmente llegó a hacerlo) por lo que puedes tomarle el relevo dos milenios después y empaparte de su mensaje en un contexto inmejorable.

    Bueno, yo simplemente lo pongo encima de la mesa. ¡Qué tengas buena jornada!

    Un abrazo. D.

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  2. Sencillamente... me encanta tu blog

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  3. Espero rindas la obligada visita a la casa natal (aunque creo que en realidad nació en Valladolid; lo que sea) de nuestro ilustre presidente de gobierno. Eso es lo que se llama una penitencia.

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  4. Peregrino, me ha encantado tu comentario de hoy. Lo que explicas de tu madre me ha emocionado. Yo el lunes perdí a mi tío, el hombre más grande que he conocído, un ejemplo de carisma e integridad.

    Espero tus comentarios de hoy con impaciencia...

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  5. A mi me ha emocionado mucho lo de Pitusa, sabes cuanto se le queria y se le quiere en nuestra casa. Un abrazo.

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  6. Querido Luis, siento mucho lo de tu tío. Mucho ánimo!

    David a ver si mañana compro el Nuevo Testamento y leo las cartas de San Pablo. gracias por la recomendación

    La casa de ZP la va a ir a ver Rita la cantaora, estoy seguro de que el apóstol no considera eso penitencia, sino mal gusto.

    a los que escrien por favor firmar vuestros comentarios.

    un abrazo

    pd:ya en Astorga

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  7. Alvaro,

    Muy bueno el blog!! Lo leo todos los días y luego le hago un resumen Marta...(ya que como sabes, eso de conectarse a Internet, no va mucho con ella). Creo que entre tus futuros Business plans, puedes incluir editar un libro con tus experiencias del Camino. Mucho animo y un fuerte abrazo, Alvaro

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  8. ¿Cómo van esos pies, caminante?

    Tu último relato me ha gustado mucho y creo que has hecho muy bien al llevarte la foto de tu madre: no podía faltar en tu camino... Estoy segura de que ella te da fuerzas en los momentos más duros y cuida de tí desde donde esté...

    ¿Para cuándo tu próximo relato? Lo esperamos con ansia...

    Besotes y buen camino.

    Leticia

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  9. Totalmente de acuerdo contigo Alvaro, siempre es más fácil poner por escrito los sentimientos, o por lo menos a mi siempre me ha resultado más fácil así. Oye yo también te voy a pedir que me incluyas en ese Ave María mañanero, pues no me vendría nada mal :)

    Un besito grande y gracias por compartir tus sentimientos con nosotros, y llevar la foto de la persona que te trajo a este mundo y que ha influenciado en gran medida a ser la persona que eres hoy no es inmadurez, es tu homenaje a ella. Un besito, Jennifer

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